Todo tu mundo parecía dar vueltas indescifrables, girando en torno a mínimos detalles.
Sentarte en una silla o perder un lápiz.
Tu mundo estaba patas arriba, desordenado y hecho trizas.
Pero tu siempre estabas ahí para volver a darle sentido. Si es que tuvo sentido alguna vez.
Y yo siempre estaba ahí, para ver cómo se volvía más caótico, si cabe.
Pero en medio de todo; sólo había tres cosas en nuestro pequeño mundo de locos de las que estaba completamente seguro. Que era la persona más rematadamente feliz que existirá jamás, que estaba jodidamente enamorado y que quiero vivir siempre en nuestro mundo, sólo si tú estás dispuesta a desordenalo y carecer de todo sentido.
Y sé que estoy como una cabra, pero creo que ya hemos perdido toda cordura, dime caos,
¿Te casas conmigo?
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